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Un elefante en mi jardín

Cuentos de la Comunidad

Anoche me acosté con la firme determinación de levantarme lo más tarde posible. Lo habría hecho si unos barritos no me hubieran arrancado de mi sueño. Salté de la cama y me fui escaleras abajo hacia el jardín buscando el lugar de donde provenía el ruido.

Allí estaba él, tan tranquilo como si fuese el dueño del lugar. No lo era. Pero eso poco importa en este instante. Cuando se marchase, me dejaría en posesión de un manzano sin ninguna fruta y vamos a ver si eso sería para él suficiente o seguiría con el resto de hortalizas del jardín.

Mis viajes a la sabana bengalí me habían hecho comprender que nadie debe molestar a un elefante cuando éste se está dando un banquete con alguna fruta de su agrado. Es mejor dejarlo tranquilo y regresar cuando se sienta satisfecho.

Es difícil aceptar que una mañana de domingo un paquidermo te saque de la cama y más difícil todavía que te deje sin ninguna fruta.

Al darse cuenta de mi presencia, sin inmutarse preguntó:

—Buenos días, señor. ¿Has visto a mi amiga?, —me preguntó girando un poco la cabeza.

El encuentro era mucho más inusual de lo que esperaba: Este elefante estaba buscado a su compañera, que, de seguro, se estaba comiendo alguna de las verduras o de las frutas que tenía en la otra parte del jardín.

—No, no la he visto, pero miraré a ver si está por aquí.

—Tenga cuidado. Conmigo se porta bien porque es mi amiga, pero con usted, no lo sé, —me advirtió con la boca llena y babeante, sin darse cuenta de la falta de sensibilidad.

—¿Tu amiga tiene mal carácter?

—¿La conoce?, —me preguntó sin volverse siquiera a mirarme y, por supuesto, ignorando mi pregunta.

Se llevó una nueva manzana con su trompa a la boca. «A este paso se comerá también las hojas», pensé. Traté de ser amable, si es que en una situación así se puede, y no provocarlo.

—Ya te dije que no la he visto. Por tanto, no la conozco. Supongo que será una elefanta más o menos como tú.

—¿Por qué lo supone? —Me preguntó de nuevo sin dejar de seguir comiendo.

—Pues porque tú eres un elefante, ella es tu amiga y lo normal es que sea un elefante, —supongo que mi lógica tiene visos de estar bien asentada en la realidad del mundo animal. Es cierto, que hay excepciones, pero lo común es que sea así.

—¿Los elefantes solo pueden tener como amigos a otros elefantes?

—Supongo que la naturaleza crea lazos entre los iguales.

A estas alturas comenzaba a notar un cansancio interior que trataba de dominar. Este elefante jamás respondía a una pregunta. Tan solo se alimentaba en mi jardín. Una tras otra las manzanas redondas y rojas pasaban del árbol a engrosar su panza, que, por cierto, a estas alturas no sé si tenía algún nombre el animal.

—¿Quién es la naturaleza?

—Quizá te lo explico de otra forma: A lo largo de millones de años los animales se fueron dividiendo en categorías diferentes: Unos acuáticos y viven en el mar, los océanos y los ríos. Otro terrestres, viven en las zonas secas.

—Y yo, según tú, ¿en qué lugar me encuentro?

—Tú eres terrestre, vives en la tierra.

—Pero me encanta chapotear en las charcas, cruzar los ríos, buscar fuentes…

—Sí claro, pero a pesar de todo eso eres terrestre

—Entonces mi amiga también los es. Anda por la tierra, de cuando en cuando cruza un río. Alguna vez se sube a los árboles…

—¿Tu amiga se sube a los árboles?

—De cuando en cuando. Depende del hambre que tenga.

—¿Tú amiga no es una elefanta?

—Usted dijo que mi amiga tenía que ser una elefanta.

—Dije que lo normal era que fuese una elefanta.

—Pues no, no es una elefanta.

—¿Entonces qué es?

—Algunas veces me hace de casa y me guarece del frío.

—¿Tu amiga te tapa?

—No, me come.

—¿Tu amiga te come?

—Solo si hace mucho frío o mucho calor.

—¿Quién es tu amiga?

—¿Recuerda la boa del Principito? Pues ella.

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Commentarios :

  • user
    Cristina Gracia Tenas April 4, 2021 A las 7:42 pm

    Realmente genial.


    Un elefante en un jardín ¿Quien se puede imaginar una situación así?


    Felicidades