Veo pasar al adulto mayor
llevando en sus brazos como niño acurrucado,  
un aljibe de barro
camino a la vecina pila,
para quizás con fatiga llenarlo
poco a poco  de esa agua tan fría.

Lento y vacilante con pasos cortos
pasa hablando con el alma,  
a un desconocido que no veo, y escucho:
— “ Voy a decirte donde guardo el dinerito para que vos hagáis tu casa"—

Sin esperar  respuesta alguna,
él prosigue lleno de consejos
a su hijo imaginario o a un recuerdo tan vivo de su pasado lejano.

Su caminar es tan lento como el paso
de las nubes por el azul cielo,
mi oídos prestos para oírlo y así dar un poco de consuelo,
a mi alma que se hace triste por pensar en el mañana,
cuando yo también cansado camine y hable solo por llegar a viejo.

Él con su objetivo trazado
de llenar su pesado aljibe
sigue sin apuro su aletargado camino
Acompañado por su amado hijo…

Sigue aconsejando con el amor de padre,
que su memoria no olvida
—Ten cuidado hijo mío, porque este mundo es de malos.
¿Me lo prometes?
¡Te digo que te cuides!—

Mi corazón enternecido hace brotar de mis ojos lagrimas tan candentes, que para calmar mi mente quisiera abrazar a mis viejos,
pero lloro porque ya no puedo,
por tener ellos desde hace tiempo
su morada en el cielo.

Solo me queda buscar con desespero
mi fiel lápiz y mi amado cuaderno, para depositar en ellos mis versos como homenaje a los viejos,
los que se han ido y a los que aún  siguen con vida
pero con sus  historias perdidas,  manteniendo tan sólo recuerdos
que nadie ve y que los acompañan, como sus  fantasmas vivos.

Rosalba Linares
Escritora y poeta Venezolana