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Peccaorum Mundi. Sobre fantasmas y credos (reseña)

Reseña literaria Acontecimientos actuales

A lo largo de mis lecturas, que han sido muchas, nunca me encontré con un escritor tan fecundo como David Novelles.

No me refiero solo a sus obras, que empezando tarde, ya lleva tres, sino a la abundancia de palabras describiendo una situación de mil maneras sin caer en la redundancia.
Leerlo es alimento para el alma, música para los sentidos. Ahora bien, si padeces del estómago tómate un protector, porque el autor de Pecca✝️orum Mundi es también un canalla maravilloso que llama a las cosas por su nombre y no se deja en el tintero ni una gota (¿?).

No lo había leído antes y me ha pasado como con el vino que lo descubrí a los 40 y cómo me arrepentí del tiempo perdido... Suerte que su obra la puedo recuperar, porque David Novelles será de ahora en adelante uno de mis autores favoritos.

Pero de la que sí puedo hablaros es de la que acabo de leer: Pecca✝️orum Mundi: una joya de la literatura.

Me ha mantenido expectante durante sus 505 páginas en el que nos abre, sin piedad, un mundo de pecadores, algunos como tú y como yo, otros..., como el mismísimo demonio.

Nos cuenta, por separado, y esto es lo más alucinante, la vida de cuatro personajes en los que los diálogos, durante gran parte de esos relatos, brillan por su ausencia y el lector, no solo no se aburre, sino que se extasía cual Santa Teresa. Por cierto, la iglesia tiene mucho protagonismo en esta historia de pecadores.

Esos cuatro personajes (un cardenal, una prostituta, una inspectora de policía y un ratero por amor) rodeados de muchos otros secundarios, nos harán amar y odiar al mismo tiempo.

Es una historia acojonante, acongojante e impactante: brutal en todas sus acepciones.

Piénsatelo antes de empezar porque ya no querrás dejar de leer.

¡Si me queréis irse! Pero a comprar Pecca✝️orum Mundi, sobre fantasmas y credos: una novela que se sale del Planeta ?

Aquí os dejo los enlaces para haceros con un ejemplar. En ebook ?
En papel ?
Instagram ✝️

P. D.: Gracias, David, por dejarme entrar en la sordidez, yo también te quiero.