Los demonios de la memoria
Poesía
Poesía significa provocar emoción, que no es simple sino sencillo. Sencillo es una palabrota frondosa, evoca olores, sabores y memorias, rompe la estructura perimetral de cualquier plan prefijado, se recoge en el destello del primer parpadeo de la aurora o en el rostro de luz de un niño.
Te desnuda, no hay escondite posible, reviste a la realidad de verano, libera la lujuria del sentimiento, deja entrever la vereda de una verdad exhalada, tanto como la medida de los versos y su musicalidad, o la métrica de un soneto, que no es cosa fácil.
Por eso, encontramos falta de vocales en nuestro alfabeto para abrazar la palabra, la imagen que envuelve, confronta, y consume. A veces también desgarra pero siempre en una primera persona, que cautiva el instante y al tiempo.
Y en esa soledad nos hacemos gigantes. Con las velas henchidas del molino, la brisa nos conduce en un paseo pupilar hacia universos de creatividad inexplorados o no, pero llenos de deseo.
Ese es su fin, hacernos soñar despiertos. Juntos, entre los guijarros de nuestra ambivalente luz y oscuridad, atrevámonos a ser, hablemos de poesía y de libertad.
Gema Córdoba irrumpe para devolverle al verso la espontaneidad que necesita la nueva poesía en estos tiempos del cólera. Nos presenta un primer poemario de contornos indefinidos, pero a partir de ahora reconocible por personal. La poeta pone al servicio de la comunicación, en estado puro, la absoluta libertad del lenguaje y ambas herramientas, en la fragua de su creación, templan de reflexiones y de amor lo necesario, mucho más allá de lo real y de lo posible. Eso ya no importa.
Estamos ante una obra poética desarmada de efectos, alejada del pedestal grandilocuente, mucho más cerca del fuego de la vida y de esa gran equivocación que a todos nos fascina. El error de todas las latitudes, el único que nos permitirá, más tarde o más temprano, recordar que hemos sido felices.
Consíguelo en Lektu.