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Entrevista a Gemma Córdoba por su poemario Los demonios de la memoria.

Entrevista

Gemma nació en Barcelona o Barcelona fue la ciudad que la vio nacer y una ciudad que se le hizo bastante difícil dejar atrás. Quizá por eso ha dicho algunas veces que una parte de su infan-cia todavía recorre las calles de Badalona. Desde 1981 vive en Málaga, en la tierra de su familia. Es pedagoga, profesora bilingüe. Poseé un docto-rado en innovación y bilingüismo. Actualmente trabaja en guiones para cortos de cine y en una novela ambientada en el siglo XII. Además ha sido actriz o es actriz de doblaje y audiolibros por ejemplo Como una sirena que me abraza de Juan Andrés Pastor Almendros y Mi ascenso, tu muerte de Miguel Ángel Rosique. Ha trabajado como mínimo en dos programas de radio y es colaboradora en varias revistas e incluso de alguna, es subdirectora. Entre sus aficiones o las cosas con las que disfruta a parte de la escritura está el dibujo, la cocina  y sobre todo él mover y componer puzzles con las palabras. Hoy vamos a hablar de su primer poemario Los demonios de la memoria. Ella ha dicho de sí misma algo que es realmente importante, que nació con el temblor de la poesía en la sangre. No es dueña de sus versos, es decir, más bien es solo su amanuense. Las palabras le salen solas y muchas veces le brotan sin que pueda hacer absolutamente algo para retenerlas, dominarlas o dirigirlas y esto, esta forma en que le brotan las palabras, en que juega con ellas, le ayuda a respirar y, quizás también, se lo vamos a preguntar a dominar los demonios del pasado de la memoria hoy nos acercamos a ella para navegar por sus poemas y descubrir la magia de su poesía pero fuera de todo esto me gustaría encontrarme con la mujer que escribe, con el alma, con el ser humano, con Gemma Córdoba.

Gemma Córdoba: —Hola muy buenas tardes Nicolás. Encantada de que me hayas llamado para participar en este programa. La verdad es que sí, me ha gustado mucho tu presentación.

Nicolás Puente: —¿Dinos quién es Gemma córdoba?

G. C.: —Pues Gemma Córdoba es un conjunto de contradicciones. Es una persona en formación. En parte todo corazón. Si algo tiene que defi-nirme es la ilusión y la alegría por por la vida y por cuidar a mis amigos y amigas.

N. P.: —¿Que soñabas con llegar a ser cuando eras pequeña, cuales eran en aquel momento tus metas?

G. C.: —Es muy simpática la historia.  Justamente, de pequeña, la primera persona que me pre-guntó por eso fue mi abuela andando por la calle. Tenía unos siete u ocho años. No entendía mucho de cómo iba la cosa, pero yo sabía que había que conseguir dinero. Entonces le decía a mi abuela que yo quería ser banquero. Me decía a mí misma que debía conseguir dinero. Le dije a mi abuela: mi primer sueldo te lo daré. Le decía yo a ella mientras iba caminando. Me acuerdo de eso, un recuerdo pero muy bonito, La verdad que con el tiempo y con los años todo esto se dio la vuelta. En el momento en el que pude empezar a trabajar y conseguí mi primer sueldo, cierto que me acordaba. Pero en lugar de dejarme que le diera el sueldo, lo que hizo fue dejar que la invitara a comer, cosa que tampoco me dejó pagar. Pero bueno, en fin, lo disfrutamos y fue un momento enternecedor.

N. P.: —Desde luego es un cambio impor-tante en la vida, es decir: A partir de ahora soy yo el que con mis manos pongo el pan sobre la mesa no.

G. C.: —Sí también pero con alegría. Quiero decir, que en ese sentido, es cierto que a nadie le dan nada regalado en esta vida. Hay que trabajar muchísimo por cualquier cosa y no ha sido fácil. Han sido muchos años de labor, de carrera, de estudios, de trabajo..., pero felices al fin y al cabo. Hay que saber ser feliz en el día a día y esto es lo más importante. Crear conexiones, conocer mucha gente y tener una vida que te llene, Plena en ese sentido. Por eso suele ser que el trabajo lo te nutre y además lo que hay a su alrededor. Es decir los hobbies que desarrolla la gente con que te juntas, todo esto es lo que conforma tu personalidad.

N.P.: — Recuerdas o tienes algún recuerdo de la primera vez que te pusiste a escribir. No ya las redacciones de la escuela o lo que fuera,  sino el primer momento que empezaste a utilizar la pluma para crear.

Credo

Se sirvió el vino de sus miedos,
temblaron las mezquitas,
cuando sus manos dibujaron
las nuevas religiones.

La lava reseca dejó lo inmenso de las hormas,
se desangró.

Por cada costura
sobrevivió un lamento.
Cerró las heridas,
mirándolas a la cara,
al rojo vivo.

Tapó con el denso polvo su túnica,
lleno de reproches,
elevando al cielo todos los valles hundidos.
Volvió fértiles las memorias
de todos aquellos que, hoy,
solo son un mal recuerdo.

Poema nueve, de Los demonios de la memoria.

 G. C.: —Sí, pero creo que en esto no se puede determinar en un momento exacto. Siempre he considerado que para poder escribir hay que estar muy bien formado. Leer muchísimo. De hecho nunca hay que relajarse. En este camino no se puede especificar un momento en el que te sientas más seguro para poder iniciarlo. Sin embargo, sí que pues decir que después de estar escribiendo durante prácticamente casi toda mi vida, hace unos tres años que fue cuando die el salto. [...]. Creo que toda la persona que escribe tiene una sensibilidad especial. Como cualquier persona que desarrolla uno de sus talentos porque todas las personas tenemos muchísimos talentos. Es impresionante esta capacidad. Considero que la carrera en educación, lo que ha sido la pedagogía y el grado de magisterio, me han ayudado muchísimo, sobre todo el doctorado, a poder gestionar mejor lo que es este nuevo ámbito: Buscar siempre los talentos y el tratar de desarrollarlos. En el fondo todo es buscar y trabajarse a uno mismo es ofrecer un carisma. Estás en el mundo como algo hecho y las cosas te van pasando por encima. Entonces tú tienes que ir gestionando, reaccionando y trabajando y ya dependiendo de tus gustos,  puedes girar hacia un camino u otro. Entonces esta capacidad para emocionarse es lo que también te dirige a lo que es la pluma como una necesidad.

N.P.: —¿Hay algún momento del día en que te sientas más cómoda para escribir o que te sea más fácil o que sientas más más capacitada o más tranquila? No sé hay algún momento especial del día de la semana o lo que sea.

G. C.: —Si, realmente cuando la casa está en silencio es un buen momento de tener tus momentos y el buscarlos. También porque es bien sabido que nada nace sin el esfuerzo y sin la constancia. Entonces si tienes una rutina creada para escribir, no se ha de perder. Es decir te vas sentando todos los días a la misma hora o vas buscando tu momento. Esto es así. Muchas veces mientras han sidos mis niños más peque-ños lo que yo he hecho ha sido buscar el momento de la noche. Es el momento donde todo está más en silencio y puedes concentrarte mejor, Conozco muchos compañeros que se levantan a las cinco de la mañana y es cuando empiezan a desarrollar su escritura simplemente porque es cuando hay más silencio.

 N. P.: —¿Qué es lo que te empuja a escribir? ¿Qué es lo que te dice ahora te tienes que sentar aquí y ponerte a escribir?

G. C.: —Como he dicho anteriormente creo que todo surge de la emoción. De esa capacidad para sentir y, sobre todo en mi caso, en las pequeñas cosas, en las cosas sencillas y el intentar llegar a ellas. El intentar trasladar lo que es tu experiencia en el momento en que entras en contacto con ellas y esto se transforma en esas letras que van saliendo muchas veces como un caudal, un poco como una fuente que tú luego tienes que ir organizando.

N. P.: —¿Que no dirías que esconder y has de ti mientras escribes?

G. C.: —Se dice que muchas veces que se escribe contando la verdad o la mentira. Escondiéndote un poco. Es cierto que hay partes de ti que no quieres que vea nadie. Entonces esa intimidad muchas veces se preserva. Con esto quiero decir que somos muy ricos. Cada persona tiene un mundo interior que es un universo. Eviden-temente habiendo muchas estrellas puedes elegir qué parte compartir con los demás. Es como nosotros, vivimos en la galaxia, en nuestra galaxia del sistema solar y vemos hasta cierto punto, otra parte no la vemos. Ello no quiere decir que no exista o sea menos importante. A la hora de escribir, haces lo mismo. Seleccionas un poco dentro de ti aquellas partes que consideras más dúctiles, más aptas para ser mostradas y que además llegan a expresar este sentimiento que tú quieres generar.

N. P.: — ¿Cómo te definirías a ti misma como autora?

Considero que todo poemario tiene una historia que contar. Muchas veces hay que leerlo varias veces para sacar realmente la esencia del mismo. Ete poemario tiene una trayectoria, un eje transversal que lo cruza todo.

G. C.: —lo bonito sería llegar a esa palabra. Con-sidero que la palabra "autora" es muy impor-tante. Llegar a definirme precisamente como autora, sería llegar al nivel de personalidades muy importantes de nuestro panorama español y mundial. No creo que en este sentido aún considere que pueda llegarme a comparar con grandes escritores. Considero que soy una persona en formación. Que amo escribir, amo leer, amo la cultura de hecho la defiendo muchísimo y creo que lo más importante ahora es generar conexiones de personas que amen la cultura. También en el mismo grado intento generar un vínculo entre las palabras los versos que van saliendo que sea suficientemente fuerte como para crear emoción en los demás. Pero no, no, podría definirme como una autora consagrada todavía.

N. P.: —Entre tus poemas ¿hay algún verso que realmente no sea tuya?

G. C.: —Y qué palabra es mía si yo no tengo posesión en ese sentido. Esto me recuerda a una película en la cual se estaban defen-diendo porque creían que habría un plagio en un aparato eléctrico. Al final determinaron que cada pieza de aquel aparato lo había inventado una persona u otra. Entonces no se puede realmente definir la autoría de nada en este mundo. ¿Quien ha dicho que sea mía la palabra "de". Siempre nos puede sonar. No, no te puedo decir, Yo no poseo nada. ¡Menos mal que  responsabilidad!

N. P.: —Ahora vamos a pasar directamente a tu libro y vamos a hablar del espíritu del que está impregnado en su primer poemario no Los demonios de la memoria. ¿Dirías que tus versos están marcados por la espontaneidad, por lo espontáneo, por lo que sucede en el día a día?

G. C.: —Considero que todo poemario tiene una historia que contar. Muchas veces hay que leerlo varias veces para sacar realmente la esencia del mismo. Ete poemario tiene una trayectoria, un eje transversal que lo cruza todo. Es un proceso de transformación en este avance en este proceso de crecimiento. Es cierto que a medida que van sucediendo cosas pues lo voy escribiendo, pero siempre tratando esconder la parte que quiero es-conder o de transmitir un poquito más de luz porque realmente estos versos son tiene mucha claridad.

N. P.: —La poesía la escritura se cose con palabras, se hilvana con palabras, teje con palabras. ¿Qué papel desempeña, justo el lenguaje, la palabra, en tu poesía? ¿Qué valor le das al lenguaje como un instru-mento de creación?

G. C.: —Lo comparo siempre como el agua. ¿Tú necesitas el agua? Pues el agua es a la vida como las letras y las palabras es a la comunicación. No podrían existir La una sin la otra y de hecho es una vía increíble. Es verdad que a mí lo que me gusta más es generar la imagen a través de la palabra. Muchas veces el lenguaje icónico llega más al corazón. Es verdad que te puedes situar en contextos y situaciones que puedes hacer tuyos. Eso creo que es la esencia de todo poema: La perdurabilidad de todo poema casa en esa en esa matriz. Entonces eres capaz de hacerlo tuyo: Lo sientes, lo vives, te transporta, se te pone la piel de gallina. En fin, esto es lo que realmente considero interesante.

Entrevista completa

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