24 minutos en el otro lado
Entrevista
El libro “24 minutos en el otro lado”, reproduce el recorrido humano de Tessa desde poco antes de la enfermedad hasta la nueva Tessa que renace victoriosa. Narra de forma personal su experiencia cercana a la muerte: Una vivencia que acaba llevándola a una vida plena, feliz y libre de miedos.
CdE. Comencemos por el principio. ¿Cómo era la niña que volaba prendida de un globo rojo? ¿Cómo recuerdas tu niñez?
T. Mi infancia son recuerdos maravillosos de unos padres que me amaban y tres hermanos a los que adoraba. Las personas decían de mí que era una niña muy curiosa, risueña, alegre y vital. El mundo me parecía un lugar hermoso donde vivir. Mi mayor miedo era crecer. Por las noches me acostaba con pánico a amanecer convertida en una persona mayor. Supongo que deseaba permanecer siempre así, ajena a los problemas y responsabilidades de los mayores.
CdE. Narras recuerdos de tu niñez como la experiencia de la hemorragia que te lleva a la clínica donde un médico reza en silencio pidiendo ayuda a la Virgen para conseguir curarte. ¿Cómo fue la percepción de ese momento?
T. De esa vivencia guardo dos recuerdos. Por un lado, el temor inicial a que aquella hemorragia no era normal y que mi vida corría peligro. Pero, por otra parte, la experiencia de verme flotar fuera de mi cuerpo y verlo todo desde arriba fue algo muy emocionante. Cuando escuché al médico rezar en silencio no comprendía por qué lo hacía. Estaba tan feliz flotando hacia arriba que no quería que aquello acabase, pero el sufrimiento de mi madre hizo que regresase a mi cuerpo.
CdE. Tu enfermedad era incurable, pero saliste de ella ¿De alguna manera no es eso un milagro?
T. Sí, fue un milagro. Quiero aclarar que nunca uso esta palabra en sentido religioso. Prefiero referirme a ella como lo define la RAE (Real Academia Española) en una de sus acepciones: suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa. Desde entonces, veo milagros todos los días en pacientes que están sentenciados a muerte y que finalmente recuperan la salud. Algunos enfermos somos indultados. Otros no. ¿Por qué? Solo sé que en esta vida todo tiene un propósito y nuestro deber es descubrirlo.
CdE. Al salir del hospital tras tu enfermedad y lanzar la primera mirada a tu alrededor, dijiste a tus familiares que «aquellas personas que paseaban o estaban en las terrazas de los bares con sus maridos, esposas, hijos y familiares no eran felices». ¿Crees que hay muchos inconscientes de su vida gris y vacía?
T. Pienso que todos estamos programados y que de nosotros depende romper con las creencias limitantes que, generación tras generación, el sistema ha ido implantando en nuestro subconsciente para que vivamos desde el miedo y nos mantengamos “a salvo“ en el rebaño. La felicidad y la realización personal se hallan al otro lado del miedo, ese lugar donde la sociedad y nuestro inconsciente no quieren que vayamos. Por ese motivo, la mayoría de las personas viven con el piloto automático, sin cuestionarse si realmente son felices o no y temen cumplir sus sueños. Prefieren quedarse estancados junto al rebaño viviendo una existencia triste y gris. Lo peor de todo es que la mayoría de ellos ni siquiera tiene conciencia de que son desdichados.
CdE. ¿Crees que la sociedad actual está escondiendo la muerte y con ello la reflexión sobre algo tan humano por el que todos debemos pasar?
T. Una vez escuché decir a alguien que la muerte es el tabú que más duele. Nos cuesta aceptar la muerte. Por factores culturales, religiosos, etc., la sociedad en la que vivimos ignora esta realidad natural y universal. La muerte es consecuencia de la vida. Son las dos caras de una misma moneda. Por el contrario, tanto en muchas antiguas civilizaciones como en culturas actuales, la muerte se trata con la misma naturalidad que la vida. Este sistema nos ha inculcado el miedo a la muerte desde que somos niños. Una cosa es el temor biológico y connatural a nuestra especie que nos lleva a protegernos para no extinguirnos, y otra bien distinta el temor con el que crecemos acerca de este hecho y que subyace en el subconsciente colectivo. Somos seres inmortales en cuerpos efímeros.
CdE. ¿Podrías describirnos el lugar donde el imposible no existe, donde se juntan las líneas paralelas?
T.. Jaja, esto es de un ejemplo matemático que le encanta a mi amiga Laura. Me temo que no podría explicarlo tan bien como ella. Nos apasiona la astronomía y nos encanta observar el firmamento e imaginar que hay un lugar en el Universo donde esas líneas paralelas convergen y donde todo es posible. Pero también creemos que somos parte del Universo ya que provenimos de él y que éste habita también dentro de cada uno de nosotros. Por lo tanto, todo cuando deseemos desde nuestra conciencia y el corazón, puede materializarse.
CdE. En el libro hablas de tu amiga Laura y dices que te enseñó a ser amiga de ti misma, a amarte a ti misma. ¿Crees que es imposible amar sin amarse? O ¿No amamos a los otros porque no sabemos amarnos?
T. Las dos preguntas son afirmativas. Es imposible amar a nadie si no nos amamos a nosotros. Es imposible dar algo que no se tiene. No puedo amar a los demás si antes yo no me reconozco, me acepto, me perdono y me amo. Solo así es posible el amor verdadero en cualquiera de sus manifestaciones. Para mí el amor siempre es amor, lo que cambia es el tipo de relación. Sin Laura nunca habría descubierto este conocimiento que para mí es un tesoro. Cuando tú te amas, encuentras el sentido de la vida.
CdE. ¿Cuál es el peor dolor, el sufrimiento propio o el de los seres queridos?
T. Una gran pregunta. Durante años me la hice sin encontrar la respuesta. Hoy pienso que no hay peor sufrimiento que el de uno mismo. Por muy terrible que nos resulte ver sufrir a nuestros familiares y seres amados, el dolor propio es peor porque eres tú quien está en el infierno, solo con los demonios. Puede que haya personas que no estén de acuerdo con lo que digo, pero personalmente es así como lo siento.
CdE. ¿Crees que el «apego» domina el mundo de las relaciones actuales y cómo se manifiesta en la vida diaria?
T. Sí, creo que el apego domina el mundo de las relaciones actuales. Perjudica las emociones, condicionando la autoestima y produciendo enredos emocionales nocivos. Una dependencia emocional excesiva en el contexto de las relaciones amorosas o de otro tipo es tóxica y negativa. Es muy difícil desatar estos nudos emocionales porque producen dolor en nosotros mismos y en la otra persona. Aparecen los sentimientos de pena hacia el otro y miedo a lastimarla. En el fondo, volvemos a lo mismo: la falta de amor a uno mismo. Nos merecemos lo mejor y al negarnos la felicidad, también se la estamos negando a la otra persona. A veces, por miedo a dañar a los demás, no tomamos acción y en realidad les hacemos más daño aún. Todos merecemos ser amados plenamente desde la honestidad y la verdad.
CdE. ¿Crees que las personas perdemos una inmensa riqueza no sabiendo escuchar el latido del mundo en que vivimos? ¿Podrías darnos pistas para escucharlo?
T. Para escuchar el latido del mundo en que vivimos, primero hay que desearlo. Esta sociedad está atestada de “ruido” que nos impide conectar con nuestra fuente interior, “infoxicación” e interferencias de todo tipo. Por desgracia, la mayoría de las personas prefieren anestesiarse de los problemas y evadirse, desconectándose de sí mismas. El hecho de que veamos a diario a las personas con los móviles a todas horas, viendo programas de televisión insulsos, etc. es un síntoma de que las personas prefieren refugiarse en un mundo artificial antes que escuchar el latido de la vida real. Mi sugerencia para aquellas personas que deseen vivir con plenitud, sería animarles a enfrentarse a la vida real con todos sus momentos, vivir con intensidad el amor y el desamor, la tristeza y la alegría... No hay nada más bello que sentirse un ser humano, con sus defectos y virtudes, y escuchar cómo la vida te habla y te da las señales de por dónde debes caminar.
CdE. ¿Cres que son muchos los que se pierden buscando la aprobación de la gente y la gloria personal?
T. Sí. Creo que en el fondo es falta de amor propio, de autoestima. Cuando una persona se acepta tal y como es, y trabaja sus defectos para crecer, no necesita la aprobación de nadie. Personalmente, si alguien dice algo de mí que no es cierto, o me hace una crítica que no es constructiva, no me afecta. Y si, por el contrario, me dicen que soy una persona maravillosa, también me es indiferente. Sé quién soy y no necesito que nadie me alabe. Tampoco pueden hacerme daño. Como decía Gandhi, “Nadie puede herirme sin mi permiso“.
CdE. ¿La vida es solo elección? ¿Vivir es elegir?
T. Sí, y eso significa libertad. ¡Libertad! Pocas palabras hay más hermosas que esta. Podemos elegir en cada segundo de nuestra existencia qué hacer y desde dónde vivir. Podemos elegir vivir desde el amor o desde su opuesto: el miedo. Si vivimos desde el amor, seremos felices. Si lo hacemos desde el miedo, tendremos una vida mediocre, gris, triste, vacía... Pero para elegir vivir desde el amor hay que ser valientes. Ser libre implica osadía y audacia. Creo que no hay nada peor que vivir con miedo. Por eso elegir vivir sin miedo o a pesar de él es vital para ser quienes hemos venido a ser.
CdE. “Estaba aprendiendo a amarme: la aventura más fascinante de todo ser humano: ¿Puedes explicarnos esto un poco más?
T. Cuando aprendí a amarme a mí misma, sentí que emprendía un viaje maravilloso hacia mi interior. En mi laboratorio de alquimia todo era posible. La culpa podía transformarse en aceptación. El rencor en perdón. La ira en serenidad. Creo que para sentirnos humanos en todas nuestras dimensiones, hemos de intentar conocernos lo mejor posible. Es precioso caminar hacia la perfección sabiendo que nunca llegaremos a alcanzarla. Pero el camino es fabuloso.
CdE. “El ayer es un milagro que te ha traído hasta este mismo instante” ¿Debemos amar nuestro pasado? ¿Cómo mirarlo?
T. Nuestro pasado nos ha traído hasta este lugar y este instante. Y por ello, nuestro “ahora“ es perfecto, aunque no lo percibamos como tal. Creo que no es bueno renegar de nuestro pasado, pero tampoco ha de definirnos. No debemos sentirnos culpables de los errores cometidos en el pasado. Hay que soltar el látigo del autocastigo. El ayer fue un aprendizaje. Es nuestra historia. No podemos huir de ella. Hacerlo sería negarnos a nosotros mismos.
CdE. “Que tu estilo de vida sea tu medicina” ¿Nos lo aclaras un poco?
T. Creo que debemos llevar un estilo de vida que nos haga estar física y emocionalmente sanos. En el libro hago algunas sugerencias sobre hábitos saludables para nuestra mente y nuestro cuerpo, pues están íntimamente unidos. De hecho, las enfermedades son de origen emocional. Si llevamos una vida en la que el cuerpo, la mente y el espíritu actúen con coherencia, habremos encontrado la mejor medicina para vivir en plenitud.
CdE. “Hay una Tessa antes y una Tessa después”. ¿Podrías señalarnos algunas diferencias?
T. La Tessa antes de viajar al otro lado era una mujer que había perdido la fe en el ser humano y en un mundo mejor. Desde pequeña, siempre fue muy rebelde y luchó para cambiar el mundo. Hasta que un día no supo enfrentarse a las adversidades y se rindió. La vida había perdido sentido para ella. No había ningún propósito que cumplir. La felicidad le había sido negada cuando le dijeron que moriría sin remedio. Después del gran viaje, Tessa vuelve a ser aquella niña feliz y risueña que cree que todos los sueños son posibles y que todos tenemos un propósito de vida. Y, sobre todo, ha recuperado la fe en el ser humano.
CdE. Una mañana un familiar te envió un mensaje de texto: “un día entenderás que la ausencia de uno mismo es terrible”, ¿podrías explicarnos el mensaje y comentarnos cómo salir del laberinto?
T. Antes de mi experiencia en el otro lado, yo no me amaba. Creía que sí y que también quería a todo el mundo, pero estaba equivocada. No me tenía a mí misma. Estaba perdida, como una niña pequeña en un bosque espeso en medio de la noche, completamente sola. Era aterrador. Cuando te falta el amor a ti mismo no tienes nada. No puedes dar y por tanto no puedes recibir. Entonces sientes tu ausencia, tu vacío, el abismo a tus pies. Únicamente se puede salir del laberinto aprendiendo a amarte sin necesitar de nadie para ser feliz. Yo tuve que aprender la lección de la soledad. Me fui a vivir sola para aprender a vivir conmigo. Al principio fue muy duro, pero valió la pena. Ahora, vaya donde vaya, esté con quien esté, no me siento sola. Estoy conmigo.
CdE. ¿Crees que la posición de la ciencia frente a la muerte y el más allá debería cambiar y aceptar que no lo sabe todo?
T. Sí. Sin embargo, me alegra ver cómo la ciencia cada día se acerca más a la conciencia humana y la espiritualidad. Creo que se está gestando una nueva ciencia en la que todo está unido: lo que podemos percibir y no. El avance de la física cuántica es una prueba de ello.
CdE. Tras el regreso querías «soñar en colores como cuando eras niña, llorar de emoción bajo un aroiris y amar las arrugas de tu rostro dibujadas por el trascurrir de los años», ¿lo has conseguido?
T. ¡Sí! Cada día me parece más preciosa la vida, a pesar de las adversidades y sufrimientos. Todo me emociona y me siento como aquella niña Tessa a la que todo le parecía mágico. Veo la magia por todas partes. ¡Vivir es maravilloso!
CdE. La fenomenología de la religión en un intento de definir la realidad divina, habla del “totalmente otro”, en tu libro hablas de “una inteligencia infinita que siempre te acompaña” ¿Cómo es esa inteligencia infinita en la que crees? ¿Te ayuda a encarar el día a día? ¿Marca tus relaciones con los que te rodean?T. Sí. Me acompaña a cada paso. Está dentro de mí. Está dentro de ti. De todos. Antes de mi Experiencia Cercana a la Muerte yo no creía en nada. Tras esta vivencia, tengo la certeza de la existencia de esta “inteligencia infinita“. Me ayuda a afrontar los desafíos y a superar cualquier reto, por difícil que sea. Mi fe en esa “fuente” me permite vivir tranquila, con la certeza de que todo cuanto ocurre es por algún motivo, y lo que no sucede también.
CdE. En la página 86 de tu libro dices: “Cuando te vayas a dormir 19 000 niños habrán muerto por causas evitables”. ¿Teniendo esto en cuenta es posible mantener la fe y la esperanza?
T. Por supuesto. Tenemos el poder de hacer el bien y el mal. Somos libres. Esos niños mueren porque así lo hemos decidido los países “ricos“. En nuestras manos está la capacidad de construir un mundo justo y equitativo en el que existan las mismas oportunidades y recursos para todos los humanos. Bajo ningún concepto, ni siquiera en el peor de los escenarios, debemos perder la fe o la esperanza. Soy de esas personas que, como dijo Martin Luther King, si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol.
CdE. En el libro afirmas que “estar vivo no es lo mismo que vivir. La vida no vivida es una enfermedad de la que podemos vivir”. ¿Podrías explicarnos esto un poco más?
T. La Tierra la habitan alrededor de 7,53 miles de millones de personas, de las cuales todas estamos vivas, pero no todos vivimos. Yo estaba “muerta“ antes de “morir“. La vida había perdido para mí todo significado. No ser feliz y cumplir tus sueños es morir lentamente.
CdE. ¿La Tessa que resurge agradecida de sus cenizas, se siente empujada a colocarse a la cabecera de los que viven sus últimos momentos?
T. Sí. Para mí es un privilegio haber revivido. Ahora sé lo que se siente antes de morir cuando no estás en paz contigo mismo. La muerte me enseñó a vivir. Me siento como un náufrago que logró llegar a tierra firme. Soy una superviviente y por ello le doy las gracias a la vida cada amanecer.
CdE. Para terminar, las citas están presentes al comenzar cada capítulo y cada parte. Son frases tanto de literatos (Benedetti, Stephen King, Virginia Woolf, Coelho..) como filósofos (Séneca, Nietsche, Jung...) ¿Cuál ha sido tu trayectoria como lectora?
T. Desde que era un bebé que no sabía andar ni hablar, me escapaba de la cuna y me iba gateando hasta la biblioteca de mi padre. Era fascinante. Tenía miles de volúmenes. Soy de la convicción de que los libros son mágicos. Quizá porque en ellos va un trozo de alma humana. A los 12 años leí “Un millón de muertos“ de José María Gironella y me empezó a interesar la Guerra Civil española. También leía en mi adolescencia metafísica y libros espirituales como “Siddhartha“ de Hermann Hesse o de superación personal como “Juan Salvador Gaviota“ de Richard Bach. Leía de todo. El mundo era un lugar fascinante por descubrir, y con los libros y mi imaginación podía viajar a cualquier época de la historia y rincón del planeta.
CdE. ¿Cuál es tu objetivo con este libro? ¿Qué deseas para la humanidad?
T. Trato de inspirar a las personas para que sean quienes son en realidad y no quienes los demás esperan que sea para que cuando llegue el momento de abandonar este plano físico, no se arrepientan de no haber vivido y de cumplir sus sueños. Mi mayor deseo es un futuro en el que la humanidad piense con el corazón y construya desde el Amor un mundo feliz.
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