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Entrevista a Rafa Vera sobre su novela Jaula

Entrevista

Rafa Vera (Alcalá la Real, 1976) tiene publicada en Editorial Libros Indie la novela Jaula, 2020, y en Amazon un libro de relatos bajo el nombre de Parrafadas, 2016, dividido en dos volúmenes. También aparece en varios números de la revista literaria La Tregua. En prensa ha publicado quincenalmente su columna “Pues sí, Matías”, en Alcalá la Real Información, entre el 2015 y el 2017. Tiene en su haber varios galardones y menciones en certámenes literarios y aparece en las diversas antologías de los mismos. El último premio ha sido por el cuento infantil “Los niños no lloran” en el certamen Cuentos por la Igual del Ayuntamiento de Alcalá la Real.

Nicolás Puente; —¿Recuerdas cuándo comenzaste a escribir y con qué objetivos?
Rafael Vera: —Mi primer relato creo que es de 1996, ya con veinte añazos. Hasta entonces había escrito alguna cosilla, pero nada digno de ser mostrado. El objetivo era claro: convertirme en un autor de éxito y vivir muy bien de ello. Obviamente ese objetivo se vino abajo en poco tiempo y ahora me conformo con escribir y que alguien lo lea. Si no, ¿qué sentido tiene?

N.P.: —¿Te inspiró alguna persona o alguna situación en particular?
R.V.: —Casi siempre he tenido en mi grupete de amigos alguien a quien le gustara escribir, así que era algo muy presente. Hace ya unos años uno de estos amigos me propuso montar un blog donde publicar relatos y, poco a poco, comencé a tener una regularidad en la escritura que me ha servido mucho para aprender el oficio.

N.P.: —¿Cómo te definirías a ti mismo como autor?
R.V.: —Difícil definirse, pero si hay que hacerlo diría que soy ese vecino del barrio que se dedica a escribir. Aunque me gusta la fantasía y la ciencia ficción, creo que jamás podría escribir algo que no viera en mi día a día. Entiendo el lenguaje como una herramienta más para contar historias, no como un fin, por lo que suelo utilizar muchas expresiones de la calle, un lenguaje algo espartano.

N.P.: —¿Qué supone para tí la escritura? ¿Qué te aporta?
R.V.: —Es un proceso principalmente de evasión. Introducirse en un mundo, dar cuatro normas y dejar que cada personaje y situación proponga y siga su camino. Me aporta, sobre todo, libertad. Hace tiempo escuché a alguien decir que lo mejor de la escritura es que el presupuesto es ilimitado: si quieres mil helicópteros los tienes con solo escribirlo. Aunque en su día me pareció una chorrada, con el tiempo he comprendido la certeza de esas palabras. Así que tienes un mundo que puedes configurar a tu antojo, un presupuesto ilimitado y eres juez y parte en todo lo que ahí suceda. ¿Qué más se puede pedir?

Soy ese vecino del barrio que se dedica a escribir. Aunque me gusta la fantasía y la ciencia ficción, creo que jamás podría escribir algo que no viera en mi día a día.
N.P.: —¿Cuántas obras tienes publicadas?
R.V.: —Aparte de alguna antología y las publicaciones de los distintos certámenes, he autopublicado una compilación de relatos en Amazon bajo el título de Parrafadas y, de momento, mi única novela, Jaula, editada por Libros Indie.

N.P.: —¿Cuales han sido tus lecturas decisivas en tu formación como escritor?
R.V.: —Decidí que quería escribir tras leer a Cortázar. El pulóver azul o Autopista hacia el sur me enseñaron que se podía sacar una historia épica de cualquier hecho cotidiano. Con Dostoievski y Hermann Hesse aprendí cómo ir dándole forma a una historia. Intento siempre tener algún libro en la mesilla, que no pase más de una semana sin leer y alterno entre novela actual y clásicos.

N.P.: —¿Qué te empuja a comunicarte escribiendo?
R.V.: —Por desgracia, padezco una enfermedad ficticia que me impide hablar en público, así que la escritura es el mejor modo que tengo para contar mis historias.

N.P.: —Cuéntanos un secreto: ¿Sobre qué no escribirías jamás?
R.V.: —Creo que no podría escribir sobre lo que no conozco. Tal vez por pereza, tal vez por seguridad, pero sería incapaz de escribir novela histórica o ciencia ficción, por ejemplo. En cuanto a temática, creo que cualquier tema puede ser tratado desde muchos puntos de vista y, en principio, no me tengo ninguna lista negra sobre asuntos que nunca trataré. Tampoco sobre géneros. Tal vez nunca escriba una novela romántica, pero también decía eso del cuento infantil y ahora es una de mis grandes pasiones.

N.P.: —¿La geografía de tu niñez te ha marcado definitivamente?
R.V.: —Siempre he estado rodeado de libros, en casa había estanterías llenas de ellos en casi todas las habitaciones. A día de hoy sigue siendo el regalo estrella de las navidades.

Creo que no podría escribir sobre lo que no conozco. Tal vez por pereza, tal vez por seguridad, pero sería incapaz de escribir novela histórica o ciencia ficción, por ejemplo.

N.P.: —Háblanos de tu proceso creativo ¿dónde, cuándo, cómo, si corriges mucho...?
R.V.: —Por lo general escribo en mi despacho. Una pequeña habitación en la planta baja de casa donde tengo una pantalla extra para el portátil, mi música y estoy más o menos aislado. La constancia es algo que pocas veces consigo. Si tengo una idea me siento y me pongo con ella, pero entre el trabajo y los estudios puedo pasar meses sin abrir el documento y seguir por donde lo había dejado. La corrección también es una asignatura pendiente. Suelo dar un par de repasos. Con Jaula si me esmeré más en ese aspecto, y me imprimía copias para sentarme en el parque, lápiz en mano, y corregir.

N.P.: —¿Cuál es tu gran punto débil como escritor?
R.V.: —La falta de paciencia. Tengo la mala costumbre de sentarme, escribir y terminar, todo en una tarde. Tengo amigos que pueden darle vueltas a un relato durante semanas, pero esa virtud no la disfruto. Luego me arrepiento, casi siempre, al ver cosas que podía haber resuelto de otra forma.

N.P.: —¿Tus historias están planificadas desde el principio o te dejas llevar sobre la marcha?
R.V.: —Por lo general tengo una idea en mente. Bien el principio o bien el final, pero me dejo llevar mucho por los personajes y la historia. Ahora trato de encarar una segunda novela y tendré que sentarme antes a pensar en qué es lo que voy a contar y cómo, pero la costumbre del relato hace que baste una chispa para que el resto vaya surgiendo.

N.P.: —¿Haces fichas de personajes?
R.V.: —Debería, pero me da mucha pereza. Suelo asociar cada personaje a alguna persona conocida, con lo que siempre tengo en mente sus conflictos y sus reacciones para mantener la coherencia. Nuevamente es vicio de los relatos, donde suelen aparecer pocos personajes que no cambian demasiado.

N.P.: —¿Qué esperas que sienta el lector al leer tu novela?
R.V.: —Que sienta. Que algo se le revuelva por dentro, sea para bien o para mal. Si no hay una reacción es que el trabajo esta mal hecho y no ha servido para nada. Como educador social en ciernes, mi mayor logro sería poder cambiar un poco el mundo, aunque sea un simple gesto. Me contento con que quien la lea sienta su tiempo como bien invertido, que sienta pena y rabia, alegría y esperanza, que vea un trozo de sí entre las páginas.

N.P.: —¿De dónde sacas los nombres de los personajes?
R.V.: —Me gustan que tengan un sentido. En Jaula, por ejemplo, el director del banco se llama como el oso Osorio de Gloria Fuertes, lo imaginaba como un oso de peluche, pero en plan asqueroso. Otros tienen sentido al leer las iniciales. Y luego está la protagonista, Libertad, que no necesita explicaciones. ¿Quién no va a empatizar con alguien llamada Libertad?

Como educador social en ciernes, mi mayor logro sería poder cambiar un poco el mundo, aunque sea un simple gesto. Me contento con que quien la lea sienta su tiempo como bien invertido, que sienta pena y rabia, alegría y esperanza, que vea un trozo de sí entre las páginas.

N.P.: —¿En la vida, los peones se convierten en Reinas? (¿Lo que no vale nada reparte el juego en la ruletade la vida?)
R.V.: —En la vida, salvo que lo escribas en una novela, quien nace rata muere rata. La meritocracia no es más que una ilusión y está reservada para un porcentaje ínfimo de la población. Obviamente ayuda tener una buena formación, una disposición al trabajo, pero no es lo mismo tener un master por la universidad de Sigüenza que por la Juan Carlos I.

N.P.: —¿Los reyes viven en las jaulas y a veces mueren en las jaulas? (¿Para moverse en el mundo del dinero hay que ser capaz de vivir en una jaula?).
R.V.: —El dinero, cuando se ve como un fin en si mismo, es una jaula tanto por exceso como por defecto. No es lo mismo morirse de hambre que tener la piscina del tío Gilito oculta para que hacienda no la vea, pero ambas van de la mano. Sin miles de muertos de hambre no habría piscinas de monedas. Algún día nos definiremos por ser y no por tener, y entonces el dinero será quien viva para nosotros.

N.P.: —¿Dirías que tu novela Jaula es hija de las noticias de los periódicos? ¿Te han inspirado algunas?
R.V.: —Las dos primeras partes de la novela aparecen día sí y día también en cualquier periódico: desahucios, corrupción, violencia. La última parte seguramente no, aunque esté en la mente de mucha gente. Es lo bueno que tiene escribir, que te puedes tomar la justicia con tu mano. A mis hijas siempre les digo, y aquí va un pequeño spolier, que a la gente solo se le pega escribiendo, nunca en la vida real.

N.P.: —Los personajes que mueven los hilos en las sombras, los de lguante blanco ¿te producen cierto dolor de estómago?
R.V.: —La potestad que da el dinero es insultante. No tienen que ser de guante blanco, ojalá tuvieran al menos unos principios como Lupín. Basta con comprar la lista Forbes con la de morosos de hacienda para ver que a partir de cierta cantidad se está por encima del bien y del mal. Una donación millonaria no debería esconder unas condiciones laborales cuasiesclavistas. Mientras alabemos a un deportista de élite que defrauda a hacienda, o a otro que atenta contra la salud pública por no vacunarse, seguirá existiendo esa falsa potestad.

Es lo bueno que tiene escribir, que te puedes tomar la justicia con tu mano. A mis hijas siempre les digo, y aquí va un pequeño spolier, que a la gente solo se le pega escribiendo, nunca en la vida real.

N.P.: —Si algo me atrae de la novela es que narras hechos, no haces valoraciones morales. Eso lo dejas para el lector. Pero en el conjunto sí hay una valoración, una posición del autor. ¿Puedes comentarnos algo?
R.V.: —Mi intención mientras la escribía era estar lo más alejado posible de cualquier evaluación de los acontecimientos. Evito cualquier artificio para centrarme en contar la historia, en qué es lo que hacen los personajes y porqué. Como la objetividad es imposible, está claro quien es mi preferida, más aún comparada con el resto de personajes completamente caricaturescos y llenos de clichés. Otro defecto de venir del relato.

N.P.: —¿Ves a Jaula en el cine?
R.V.: —Es muy gráfica. El hecho de centrarme en las acciones de los personajes sin entrar a valorar hace que sea factible convertirla en guion. De hecho, mientras la escribía iba cambiando de música según el capítulo en el que estaba. Hace unos años se hizo un corto basado en mi relato B.U.R.D.E.L., incluido en Parrafadas, así que hacer una versión cinematográfica de Jaula sería dar un paso más.

N.P.: —¿Has tenido muchas dificultades a la hora de encontrar editorial?
R.V.: —En ese aspecto tuve mucha suerte. La mandé a varias editoriales y, aunque las más grandes ni contestaron, las de coedición le dieron el visto bueno para publicarla. Ya estaba en marcha la campaña de crowdfunding cuando me llamaron desde Libros Indie, una editorial tradicional, y ahí no tuve duda alguna. Además, cosas de la vida, me llamaron justo el día de mi cumpleaños, así que triunfé.

N.P.: —¿Qué es lo que más detestas o te incomoda del proceso de publicar un libro?
R.V.: —Con Jaula tuve mucha suerte. Una vez aceptado el borrador solamente me quedaba esperar las galeradas y listo. Con Parrafadas pequé de novato y tuve que sacar varias ediciones hasta dar con el formato que más me convencía. No hay duda de que dejar el trabajo a los profesionales se nota en el resultado final.

N.P.: —¿Crees que vivir de la literatura es un sueño posible?
R.V.: —Define vivir. Conozco gente que sí, que entre publicaciones y certámenes tienen para ir tirando e incluso darse un capricho de vez en cuando. Poderse se puede, y no hay que ser ningún Gómez-Jurado para hacerlo. Eso sí, como oficio que es requiere de una constancia y una dedicación que no todo el mundo está dispuesto a asumir.

N.P.: —¿Qué es lo más hermoso que te ha dejado el mundo literario?
R.V.: —En diciembre se publicó un relato infantil dentro del certamen Cuentos por la Igualdad organizado por el ayuntamiento de Alcalá la Real. A día de hoy aún me para gente por la calle para comentarle lo que le ha parecido y, lo más importante, decirme que a sus peques les ha gustado y que trata un tema muy necesario como es la inteligencia emocional y la nueva masculinidad. Muchos relatos y, sobre todo, Jaula, me han dado alegrías que para mí se quedan, pero este relato infantil (Los Niños no Lloran) me ha enseñado todo lo que se puede enseñar y trasmitir con un cuento sencillo.

N.P.: —¿Cuál es el libro actual en el que te encuentras trabajando?
R.V.: —En estos momentos estoy con el temario del grado en Educación Social, estoy terminando cuarto. Valor literario no tiene mucho, la verdad, pero también es necesario. Ya fuera de bromas, dejé hace un tiempo un buen puñado de páginas escritas de la que sería mi siguiente novela y quiero retomarlas. En mi cabeza todo ha cambiado desde que comencé, así que necesita una revisión a fondo y ya veré si la continúo o comienzo una nueva. También será una historia muy de barrio, con una banda sonora muy presente (de hecho, el borrador se titula Maneras de Vivir), pero combinando el drama con el humor. La vida hay que tomársela con humor o corre uno el riesgo de perder la cabeza.

N.P.: —¿Algún otro proyecto de futuro?
R.V.: —Pues ponerme con la nueva novela y participar en una revista literaria que unos amigos están montando. Viendo el grupo que se ha juntado, la calidad está garantizada, así que me supondrá un reto importante participar con relatos a la altura de mis compañeros.

N.P.: —¿Crees que las redes sociales ayudan a difundir tu obra como autor?
R.V.: —Es el boca a boca elevado a su máxima potencia. Las redes ayudan muchísimo a darse a conocer y, sobre todo, a crear una red de contactos con la que compartir ideas y trabajos.

N.P.: —¿Dónde podemos conseguir tus libros (novela y cuentos)?
R.V.: —Parrafadas se vende solamente en Amazon (Parrafadas II), qué le vamos a hacer. Jaula está disponible tanto en la web de Libros Indie como en tu librería de cabecera o en las grandes superficies (Amazon). Y si no está, se pide, que para eso la editorial tiene una distribución que traspasa fronteras. Otra opción es pedírmela directamente, y estaré en cantado de hacer llegar un ejemplar firmado, para que sea más personal la relación entre quien escribe y quien lee.

N.P.: —¿Cómo podemos encontrarte en las redes sociales?
R.V.: —En twitter me conocen como @elrafa, en Instagram soy @rafaverap y por correo electrónico.

N.P.: —Te deseo mucha suerte en tus nuevos proyectos.