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Menos es más

Recetas literarias

Igual que en la moda, en la escritura, menos es más. Si extrapolamos el ejemplo, el autor que ha querido hacernos sabedores de todo el acervo idiomático que atesora y de toda su infinita capacidad para enhebrar oraciones subordinadas sin despeinarse viene a ser la madrina de una boda que se ha vestido con traje brillante al que ha complementado con peineta y cada una de las joyas que tenía en casa.

El escritor debe pararse ante el espejo, como la madrina, y comenzar a prescindir de elementos de adorno. ¿Muchas subordinadas? Simplifíquelas. (¿Una peineta? Retíresela). ¿Palabras que no domine? Escoja otras que sí utilice. (¿El collar de tres vueltas de la bisabuela? Elija uno sencillo). ¿Reincidencias en que aparezca varias veces la misma información de distinto modo? Elimínelas hasta que solo quede una en el lugar más conveniente. (¿Diez anillos en cada mano? Deje uno en cada una de ellas y colóquese un discreto broche).

Es cierto que es un proceso arduo, pero no cedan a la tentación: despojen su texto de todo oropel y seleccionen dónde deben ir los adornos: pocos y sencillos. Así se logra una prosa agradable y se gana mucho en lecturabilidad.